lunes, 28 de octubre de 2013

Bien, Marte, muy bien.


El Atlético Marte, un ex grande que está dando síntomas de querer volver a su esplendor, no soy ni fui testigo de sus mejores tiempos, pero que por comentarios de terceros y documentación superficial, sé que lo ha sido. Muestra de ello, sus ocho campeonatos de liga y su destacada participación en CONCACAF, esto en décadas atrás, no sé más detalles del asunto y tampoco pretendo ahondar en ello. 

De lo que sí estoy seguro, es que este Atlético Marte, en un entorno atípico, es en la actualidad el mejor equipo salvadoreño, sus números lo respaldan: primer lugar invicto, a un paso de semifinales, y con nueve puntos de diferencia respecto a su perseguidor más cercano. Algo impensado para un equipo de los ahora llamados “chicos”. Y es que al remontarnos un par de torneos atrás, o incluso tomando de referencia el campeonato anterior, resultad inaudito lo que estamos presenciando.  Este Marte ha pasado de mediocre a excepcional, mediocre lo digo sin el afán de ofender, basta recordar los torneos pasados en los que jugando bien perdía los partidos y quedaba sin pasar de los puestos medios, un equipo que era sinónimo de “puntos fáciles”. 

Ahora estoy seguro que muchos nos hemos tragado las palabras al ver jugar a este plantel, en donde todos sin excepción parecen andar en estado de gracia, me gustaría mencionar a la totalidad de jugadores, pero mis conocimientos tácticos y mi visión del fútbol es un tanto limitada y sólo me permite resaltar el trabajo de algunos de los más visibles, en este caso el primero es el portero Javier Gómez, criticado en exceso en el pasado a causa de jugadas desafortunadas que terminaron socavando su reputación. Este tipo es el primero que ahora merece ser reconocido, pues a pesar de las críticas se mantuvo firme en su puesto y ahora es el menos vencido del campeonato, algo también impensable pero merecido, pues hasta el momento no le he visto fallo y por el contrario, sí un par de atajas muy buenas y seguridad en el marco. 

Otro que destaca es Ibsen Castro, este jugador es imparable por la banda e impecable con los centros, sin duda un gran prospecto. Erick Molina también tiene su parte en este asunto, le ha dado estabilidad al equipo en el centro del campo. En defensa Marcelo Tejeda pasó de no jugar un solo minuto con su ex equipo, a ser ahora inamovible en el Marte. No se puede dejar de lado al argentino Gonzalo Mazzia, goleador del torneo y una amenaza constante en el área. Y finalmente me toca mencionar a Otoniel Salinas, que para ser sincero, hasta el día domingo no le ponía atención (por lo mismo que soy miope en mi visión futbolística), pero luego de ese gol maradoniano que le anotó al Águila, es para tenerlo en cuenta. 

Como ya dije, quisiera mencionar a todos, porque cada uno tiene su parte en este equipo, equipo que el propio técnico Guillermo Rivera (también fundamental en este éxito), dijo que era un “grupo de hombres y no figuritas”, y en efecto resulta peculiar como se maneja este plantel, en donde ninguno se cree más que el otro y todos jalan para el mismo lado. Ojalá los más “grandes” tomen ejemplo.
Este escrito no es más que un pequeño reconocimiento al que se ha convertido hasta el momento en el mejor animador del torneo, un torneo rascuache que necesita de este tipo de animadores para no ser tan decepcionante. De verdad, espero que el Marte no se pierdan en el camino, y que por el contrario sea el inicio de su resurrección, después de todo, es “El Inmortal”. 

(El post también lo dedico a mi abuelo, que en vida fue aficionado a este equipo)

viernes, 1 de marzo de 2013

Fútbol y Prensa


En el mundo todos necesitamos de todos. Puede ser cualquier deporte, pero lo que ahora me atañe es el fútbol, ese fútbol profesional que sin la prensa no sería más que un deporte en el que unos cuantos desconocidos corretean y luchan por meter un esférico dentro de un rectángulo. 

Y es que sin la proyección masiva no sabríamos ahora mismo quién es Messi o quién Cristiano Ronaldo y muchos menos quién es el bohemio de pelo enmarañado al que llamaban Mágico, y a lo mejor ellos tampoco existieran ni ostentaran la magnitud con la que ahora se les conoce.

Sí, esa prensa que así como puede lanzar al estrellato a cualquiera de igual forma lo puede hundir, pero eso igual es parte de una profesión deportiva que actualmente no podría ser una forma de vida si la paga no fuera tan rentable como lo es, y es así porque de un tiempo acá el fútbol se ha vuelto una de las empresas más provechosas en el mundo. El dinero llega de muchas partes; en menor grado de la gente que paga su entrada al estadio y en mayor grado por los derechos televisivos y los espacios publicitarios en sus camisetas que venden a quienes buscan que su marca sea visible, entre otros derivados ingresos. A groso modo así se mantiene el fútbol. Pero no podría ser rentable si fuese un deporte desconocido y los encargados de dar a conocer el deporte son los medios de comunicación.  

La gente paga un boleto para ver a aquellos que a más de ser deportistas consideran estrellas o héroes, los consideran así porque los habrán visto cada domingo por la tele, escuchan sus nombres en las radios, o leen sobre ellos en los periódicos, de otra forma estos futbolistas pasarían desapercibidos y a nadie le interesaría pagar por verlos.

Y si a nadie le interesa verlos, entonces qué caso tiene que una empresa pague para que su marca figure en una camiseta si al fin y al cabo nadie la verá. Bloqueados estos ingresos entonces ¿cómo podría vivir el fútbol?, o más bien ¿cómo se podría vivir del fútbol?.

Mientras intentamos dar respuesta a las preguntas anteriores, también hay que decir que la prensa, especialmente la deportiva, necesita del fútbol porque obviamente es fuente de ingreso. Con ese panorama queda claro que nadie le hace un favor a nadie, pero que cada uno necesita del otro, por eso; más tolerancia y menos ingratitud.
-Omar Cubías-

miércoles, 3 de octubre de 2012

Y también quiero que la selecta pierda…

Quedan pocos días para el partido eliminatorio de El Salvador ante Costa Rica; un triunfo para la selecta la catapultaría directamente hacia la hexagonal final, un resultado adverso sepultaría sus posibilidades,  es por ello la importancia de este encuentro y el deseo de todos de que la azul consiga el triunfo. 

Como aficionado yo quiero que gane pero por la simple razón de vivir una nueva alegría y de disfrutar diez partidos más; otros, que van desde la señora que vende chicles en el estadio, los medios de comunicación, las agencias de viaje, las empresas patrocinadoras y más sectores grandes y pequeños esperan una victoria por motivos económicos, lo cual está muy bien porque al fin y al cabo el país también se beneficia con todo el movimiento comercial.

Pero sin duda, los más beneficiados y los que se llenaran más de júbilo serán aquello que se sientan detrás de un escritorio elegante, los que manejan y se lucran del fútbol nacional sin darle nada a cambio, ellos serán los más felices, porque una victoria a parte de los beneficios económicos les dará tranquilidad…

La tranquilidad que sólo puede dar un triunfo anestésico que duerme a todo mundo y hace olvidar la ineficiencia y el pobre trabajo que se realiza por el desarrollo del fútbol nacional. La selección gana y todos felices, no hay criticas para nadie o si acaso las hay serán superficiales y apuntando al efecto y no a la causa.

Caso contrario, si el equipo pierde entonces se viene la crisis, pero una crisis que según creo no vendría mal pues sólo entonces, a lo mejor, se empieza a trabajar en serio y empiezan los cambios que desde hace tiempo son promesas eternas; sí, lastimosamente aquí necesitamos estar en lodo para pensar en cambiar las cosas, en tiempos de abundancia nadie se preocupa en sembrar.  Es por ello que también quiero que la selección pierda.


viernes, 31 de agosto de 2012

Me encanta la burocracia y otras tonterías...


No hay que pensar mucho, seguramente ya tendrás uno, dos, tres o más ejemplos de cuando has sido víctima de esta señora (burocracia) que yo creo que tiene un humor negro muy depurado.

Un trámite cualquiera o una simple consulta en una entidad pública puede convertirse en una verdadera muestra de ineficacia de parte de nuestras instituciones cuya vocación primordial es la de servir.
    
El siguiente relato de ficción o realidad (juzgue usted) sólo es una muestra mínima de lo que le que le ha sucedido a más de alguno o todos.

Capitulo 1
Como te ven te tratan
Estaba muy al tanto que en mi país era necesario vestirse bien para que cualquier puerta me fuese abierta, no quería que me pasara lo de la otra vez, en la que me vestí como cualquier ciudadano en busca de comodidad con un pantalón de media vida y una camiseta blanca de esas baratas, fue un gran error esa decisión. Pero me di cuenta de eso hasta que intenté ingresar al lugar donde iba; de entrada el vigilante (cuya ropa tampoco tenía muy buena pinta), me observó de pies a cabezas y en tono pedante me detuvo. -¿A qué viene?, me preguntó, le contesté con amabilidad a pesar de querer ignorarlo por completo (su mano sobre el arma me intimidó un poco, así que le respondí). Ya informado el tipo me registró en busca de objetos peligrosos y me dejó entrar.

Adentro las cosas no mejoraron mucho: la que me atendió, una mujer de mediana edad, maquillada hasta el cuelloy con talan de ejecutiva pero sueldo de bachiller, me hizo esperar por varios minutos para luego decirme a secas que no era ahí el lugar donde debía de ir para lo que yo buscaba. Y si no se me ocurre preguntar a donde tenía que ir,  ella no se hubiese molestado en decirme, pero tenía razón la mujer, ella estaba vestida muy bien y yo no, eso le daba todo el derecho…  

Para no hacer más largo el asunto, la tónica de la situación fue similar para lo que restó de mi visita; me miraban de pies a cabeza, me informaban mal, me mandaron de un lado a otro, hice unas cuantas filas y al final no logré nada más que una escueta información.

             Capitulo 2
             Lección aprendida
Con el antecedente de lo que me había sucedido la última vez, en esta ocasión me vestí bien; pantalón formal oscuro, camisa gris de botones, bien peinado e incluso me coloqué un reloj de pulsera para darme un taco de seriedad. Llegué a la puerta de cierta institución pública y el vigilante (el mismo de la otra vez), me saludó y me dejó entrar sin más, ni siquiera se preocupó en registrarme, únicamente me preguntó ¿lleva armas?, - una Magnum 40- obviamente nadie le daría esa respuesta, -no- le dije, y se quedó tranquilo confiando en la honestidad de un hombre bien vestido.

Hasta este punto las cosas iban de maravilla, y siguieron así por un rato, pues otra de esas tipas maquilladas hasta el cuello hasta me ofreció agua, eso fue lo único que pudo ofrecerme, pues tampoco me fue de mucha ayuda, ya que su marco de información respecto a su trabajo era tan mínimo como sus ganas de querer incrementarlo.

Al final, otra vez fui víctima de esta señora de humor de negro; no obstante, valiéndome de mis medios y de las puertas que se me abrían por ir bien vestido logré obtener lo que quería hablando con esas personas que sólo te atienden si llevas un reloj de pulsera muy vistoso y aparentemente caro.

(Los capítulos anteriores son un extracto de la realidad representada en ficción)

Moralejas
Lo primero, si quiere algo o necesita algo de un lugar donde la gente se vista bien, vístase bien, pues el malinchismo en este país y en todos no tiene límites, los mismos pobres discriminan a los pobres. 

El otro asunto es, respecto a la burocracia que era el tema central de esto, y la cual yo creo que se da cuando en un lugar hay deficiencia en la comunicación interna, pues me he dado cuenta que en ciertos lugares ni los mismos empleados que deberían de saber más sobre su trabajo están enterados, y por tanto se les dificulta informar al cliente el cual sufre las consecuencias.

En fin, esto me salió largo, cualquier comentario estaré agradecido, sólo tienen que ingresar con su cuenta de google, darle click en comentar, escribir, darle publicar, y ya, sin tanta burocracia. 

martes, 21 de agosto de 2012


El árbitro también juega

-A mí no me gusta hablar de los árbitros.
- Yo con el árbitro no me meto, ellos hacen su trabajo y nosotros el nuestro dentro de la cancha. 

Las anteriores son expresiones que más de alguna vez hemos escuchado de algún jugador o técnico de fútbol, y es que muchos consideran que el árbitro no incide en los partidos o que su participación no debe ser tomada como excusa de resultados negativos o positivos; y por tanto, se cortan la lengua al momento de hablar de ellos, como si fuese un pecados señalarle sus errores o aciertos.

Y no, desde mi perspectiva no es un pecado hablar de los árbitros (para bien o para mal), pues corríjanme si estoy equivocado, pero estos señores también salen al campo a la par de los futbolistas,  están en medio de todas las jugadas, tienen la potestad de anular un gol o permitir uno ilegal, expulsar un jugador o perdonar a otro. Todas esas son acciones que pueden determinar en pequeña o gran medida el curso de un partido, eso quiere decir que estos hombres de negro, amarillo o cualquier otro color disonante también son parte del juego.

Entonces ¿cuál es el problema en hablar de ellos?, para mí; ninguno, y para la gente de fútbol debería ser igual, los mismos árbitros también deberían comprender que discutir sus decisiones no es un sacrilegio, y los futbolistas no deberían temer el acusar alguna acción que ellos consideren errónea de parte del juez, pues al final de cuentas únicamente estarán expresando su opinión sobre un personaje que ha estado los 90 minutos siguiendo la misma pelota.

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Podría extenderme más con el tema, pero no, eso se los dejo a ustedes que me hacen el favor de leer, bien recibidos serán sus comentarios, así como el abono al tema con ejemplos reales de árbitros siendo protagonistas de partidos, o jugadores y técnicos acusando públicamente sus acciones.